17 de agosto, Paso a la Inmortalidad del Gral. José de San Martín
Corrían las tres de la tarde del 17 de agosto de 1850 cuando Don José de San Martin yacía sin vida en su departamento localizado en la ciudad de Boulogne Sur Mer, Francia. El ya retirado general murió tranquilamente rodeado de sus seres queridos, después de una larga y penosa enfermedad, sin otro anhelo que el descanso de sus restos en su amada patria. “Uno debe saber vivir con el dinero que tiene” y eso hizo, del gobierno argentino no podía esperar nada y ni el Perú ni Chile le pagaban los sueldos correspondientes como general retirado. Vivía de la escasa renta perteneciente al alquiler de una casa en Buenos Aires, únicamente con la ayuda del banquero, Alejandro Aguado, logró comprar su hogar en Francia.
La historia oficial nos inculcó un arquetipo totalmente inalcanzable del prócer, quien inclusive es señalado como noble; sin embargo, esto no es cierto. San Martin, nacido en Yapeyú el 25 de febrero de 1778, se trasladó a España junto a su familia con apenas cinco años. Allí José cursó sus estudios primarios, en la escuela de Temporalidades cercana a su casa, y el 15 de julio de 1789 San Martín fue aceptado como cadete en el Regimiento de Infantería de Murcia. Años más tarde José de San Martín volvió a su país natal para ofrecer sus servicios al movimiento independentista. Don José era un ser humano, como todos nosotros, y tenía un carácter un tanto peculiar.
“Donde come el edecán come el coronel”
Antonio José de Escalada, padre de Remedios, decide dar una cena familiar e invitar al pretendiente, a fin de estrechar vínculos con el desconocido inmigrante, de acento español, amigo de Carlos María de Alvear y su esposa. Suena el llamador e ingresa el teniente coronel de Granaderos, José de San Martin, con su ayudante. Al pasar al comedor, toman sus lugares, pero no estaba preparado un sitio para el oficial edecán. La Sra. Tomasa de la Quintana le aclara que dicho oficial cenaría en la cocina con el personal de servicio, fue entonces cuando San Martin, molesto por ello, se levantó de su asiento y pasó a la cocina. Desde aquel momento la relación entre la Sra. de Escalada y el “soldadote”, bautizado así por su suegra, fue siempre tirante y áspera.
Nuestro prócer era amante de los vinos, engañó a un grupo de comensales para demostrar la superioridad del vino Mendocino ante los europeos, y para ello a las botellas de vino de Málaga, les ha puesto ‘de Mendoza’, y a las otras, ‘de Málaga’. Efectivamente después de la comida, San Martín pidió los vinos, sirvió primero el de Málaga con el rótulo de ‘Mendoza’. Los convidados dijeron, que era un rico vino pero que le faltaba fragancia. Enseguida, llenaron nuevas copas con el de ‘Málaga’, pero que era de Mendoza. Al probarlo, los invitados quedaron fascinados con el sabor, a lo que el general soltó entre risas “y verá usted lo que somos los americanos, que en todo damos la preferencia al extranjero”.
A pesar de sus defectos y virtudes, Don José de San Martin liberó Argentina, Chile y Perú de las viles garras de la corona española sin esperar nada a cambio. Recordémoslo hoy y siempre como el hombre que fue, malhumorado, patriota, justiciero y honesto, pero sobre todo como humano.
Por Jazmín Ortega Filloy - Estudiante secundaria de 4° año en el Instituto Nuestra Señora de Gracia y Buen Remedio
Comments