La actual Vicepresidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, está enfrentando un juicio a partir de la causa vialidad, cuyo cargo implicaría una asociación ilícita en licitaciones de obras públicas en Santa Cruz, donde su principal beneficiario sería Lázaro Báez y la defraudación al Estado alcanzaría los 5321 millones de pesos.
Durante el día de ayer, el fiscal Diego Luciani solicitó 12 años de prisión e inhabilitación perpetua en cargos públicos de Cristina Fernández, además del decomiso de la cifra anteriormente mencionada.
Durante los últimos días, se dieron a conocer diversos actos, declaraciones, manifestaciones y banderas de apoyo a la ex presidenta por parte de los sectores afines más radicales, donde, por ejemplo, más de 500 intendentes mostraron su respaldo.
Muchos de ellos, como el propio Presidente Alberto Fernández, Santiago Cafiero e incluso personajes de la actuación como Pablo Echarri, enfocaron su narrativa alrededor de la palabra proscripción, divulgando un duro mensaje hacia el poder judicial. “Si la tocan a Cristina, que quilombo se va a armar”, o “con Cristina no se jode” fueron algunos de los mensajes.
Cafiero, por su parte, señaló un intento de proscripción “como hicieron con Evo y Lula”; Kicillof, gobernador de la provincia de Buenos Aires, habló de “persecución” y “lawfare”. Durante el día de hoy, el discurso de la Vicepresidenta se enfocó en ésta misma narrativa, a la vez de reivindicar su mandato: “Me van a condenar por haber llevado adelante uno de los mejores gobiernos de las últimas décadas”, declaró.
¿Cuál es, para vos, el objetivo de la narrativa? La misma, ¿compone un elemento de presión hacia el Poder Judicial mediante la búsqueda de conflictividad social?
Por Alejo Lasala, estudiante de Ciencias Políticas en UCA
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